martes, 29 de septiembre de 2009

INOCENTE HERODES

Herodes mandó asesinar a algunas decenas de recién nacidos porque entre ellos podía haber una seria amenaza para Judea. Si la sociedad española elimina cada año a más de 100.000 embriones en desarrollo, ha de ser porque los considera también una amenaza para su seguridad. Es difícil entender que este genocidio, esta matanza de seres de nuestra misma especie sea solo producto de la comodidad. Es más difícil de comprender cuando estos seres son absolutamente inocentes e indefensos.


Este no es un dilema entre la mujer y el niño que no ha nacido, aunque si hubiera que ponerse de parte de alguien, es indudable que habría que estar a favor del más indefenso de los dos, puesto que son vidas independientes.

Este es un asunto entre una sociedad que no es capaz de defender a sus seres más indefensos, la embarazada y su hijo, y sus políticos, que ante la dificultad del problema optan por eliminarlos, bien de forma física o condenándolos al silencio. Nos quitan la libertad económica y política y a cambio nos regalan la sexual, como si eso fuera cosa de ellos.

No hay otra forma de abordar el comienzo de este espinoso tema que desde la perspectiva del niño, dejando a una segunda consideración, cualquier derecho de la madre.

Vidas Independientes: Así como un hígado o un riñón no son más que órganos de un sistema que no tienen sentido ni desarrollo fuera del ser que los contiene, un huevo fecundado es un elemento independiente de la madre y tiene todo su sentido y la mayor parte de su desarrollo fuera de esta. No es por tanto parte del cuerpo de la madre y por tanto esta no tiene derecho a decidir sobre su vida y su muerte.

Mutilación: Sea vida dependiente o independiente, es difícil concebir que pudiéramos ir al médico a pedirle que nos extirpara un brazo, un riñón, un ojo o dos dedos del pié izquierdo. Aborrecer cualquiera de las partes vivas y fundamentales de nuestro cuerpo sería considerado una mutilación incomprensible. Al feto que vive dentro de la madre se le equipara sin embargo con un juanete o un quiste de grasa y al aborto con una liposucción.

Ser Vivo y ser Humano: Tratar de establecer una frontera entre ser vivo y ser humano es una tarea absolutamente banal e inútil. Desde el momento de la concepción, la nueva vida comienza una evolución que no terminará hasta muchos años más tarde con la muerte, sin que en momento alguno exista una clara barrera que diferencie un estado de otro. No somos más humanos por tener más células, ni por respirar o comer o movernos de forma autónoma, ni por tener un órgano más o menos desarrollado, ni por tener más o menos grado de conciencia de nosotros mismos. Cualquier frontera que se quiera poner a un desarrollo que es continuo por su propia naturaleza, es del todo absurda y solo puede obedecer al interés o la conveniencia o puede ser una convención de la sociedad. Las barreras reales en estos procesos no existen sino que las creamos las personas. Llamar huevo al óvulo fecundado, denominarlo feto o llamarlo ya desde ese momento niño, o llamarlo hombre o persona no es más que una convención. Es, desde el segundo cero, un ser humano.

Homicidio: Y eliminar a un ser humano es simplemente un homicidio. Salvo para el caso del aborto, no conozco ningún homicidio que no esté considerado juzgable por lo penal, por mucho que concurran muchas conductas atenuantes, como en el caso de homicidios involuntarios absolutamente accidentales. Hemos de preguntarnos como nos verán desde el futuro y si serán capaces de entender esta lógica que dice, que se puede eliminar a los que viven por debajo del tercer piso, o a los que miden más de 1,75 metros, o a lo que tienen los ojos azules,… sin que intervenga el juez. Esta lógica es tan humana como lo ha sido la esclavitud de los negros o la carencia de derechos de la mujer. Pero que sea una lógica humana no quita para que sea una lógica aberrante. El aborto es un homicidio y cuando concurren en él agravantes como la voluntad de eliminación de un ser humano, y cuando no concurren especiales hechos atenuantes, se le llama asesinato, por muy dura que nos suene esta palabra. A veces es duro aceptar la realidad.

Profesores de Derecho: Y no es necesario ser profesor de derecho, ni de ética, ni filósofos para comprender todo lo anterior. Son razonamientos muy simples que sabe hacer cualquier vecino sin una especial preparación. Una cosa es que estemos o no a favor de la pena de muerte y otra muy diferente, que comprendamos que el hecho es un homicidio. En las guerras, enviamos a nuestros soldados a matar seres humanos, por mucho que sea bajo la etiqueta atenuante de la defensa propia. No van a cazar conejos. El hecho de que los políticos se escuden detrás de comités e informes que secundan esas distinciones entre ser vivo y ser humano, entre las 14 semanas y los nueve meses o los catorce segundos, no nos incapacita para pensar por nosotros mismos. Puede que necesitemos excusas o ayuda para soportar las llamadas de nuestra conciencia o simplemente mecanismos para olvidar hechos terribles. Todos los días hacemos esos ejercicios de olvido que son inherentes a nuestra condición porque de otra manera no podríamos vivir. Olvidamos que cada segundo muere un niño de hambre en el mundo, que cada, que cada día mueren en España cuatro personas de muerte violenta, que cada media hora aborta una adolescente también en España, olvidamos que nosotros también vamos a morir, porque necesitamos seguir adelante.

Atención a la Mujer: Y después de decir todo lo anterior, es cuando hay que atender a la suerte de la madre. En principio, ni siquiera por derecho, sino por humanidad. En primer lugar, un embarazo no deseado, hay que reconocer que es un hecho muy duro para una mujer, como lo puede ser perder a un ser querido o afrontar una grave enfermedad. Lo primero que debiera hacer la sociedad es tratar de ayudar por todos los medios a estas personas para que superen este trance y sin embargo es lo que menos parece que importa. Nos las quitamos de en medio enviándolas a una clínica y haciéndoles el favor de no enviarlas a la cárcel. Que un porcentaje anormalmente elevado de las mujeres que se suicidan en España y en el mundo hayan previamente abortado, no parece haber llamado todavía la atención de ningún político ni sociólogo.

Despenalización y Negocio: Hasta hoy, la solución dada en España al problema político consistía en establecer una serie de plazos y condiciones durante los cuales, el homicidio del niño no sería considerado causa judicial. Es un crimen sin castigo, aunque al menos se reconocía como crimen. El argumento de base puede parecer justificado en la aceptación social de que una persona con un problema como un embarazo indeseado, bastante tiene en la complicación de su existencia y en su conciencia como para que encima le hagamos pasar por un juicio y la posibilidad de encarcelamiento. Le dejamos unas semanas para que resuelva el asunto y que se aclare con sus remordimientos si los tiene. Pero este planteamiento no es gratuito y alrededor del aborto ha surgido un negocio floreciente de aquellos que ganan dinero con cada aborto. Las clínicas abortistas son centros de alto rendimiento que esquivan la ley o la bordean todo lo necesario con tal de aumentar el margen de beneficios. Cada embarazada es un posible cliente y convencerlas de que el aborto es la solución, su objetivo de marketing estratégico. Médicos sin escrúpulos pueden convencer y engañar a madres adolescentes para conseguir las ventas previstas del año. La difícil vigilancia de las condiciones y los plazos que impone la ley ha llevado además a que se eliminen criaturas con varios meses de existencia, con total impunidad.

Derecho al Aborto: Lo que viene después, no es conceptualmente más grave que la despenalización. Dar a la madre el derecho a eliminar a su hijo dentro de las primeras catorce semanas es solo más de lo mismo, solo que ahora el hecho ya no será un crimen. De forma eufemística se lo denomina interrupción. Como apagar la lavadora o desconectar el horno cuando el cordero está a medio hacer. Asignar a las mujeres el derecho al aborto es tan poético como decirnos que tenemos derecho a un empleo digno. No he visto todavía a ningún político encarcelado por violar este derecho cuando toma decisiones que envían a miles de personas al paro. El derecho al aborto, no es más que una concesión al feminismo radical y un engaño de tamaño descomunal a la población. Sobre todo, a las supuestas beneficiarias de esta ley. Puede que las personas que tienen que adoptar tan dramática decisión y sus familias, se sientan temporalmente mejor si piensan que abortar es un derecho, aunque es dudoso que a largo plazo, esto sea un consuelo para muchas de ellas.

Mujeres Extraterrestres: Tanto hablar de la igualdad y terminamos haciendo leyes para hombres y leyes para mujeres. La mujer no es un ser extraterrestre para el que haya que legislar de forma distinta al hombre. Aunque con características físicas y psíquicas distintas al hombre, del mismo modo que las hay entre los mismos hombres y las mismas mujeres, estas deben ser consideradas desde el ojo de la ley como seres humanos. Y lo que hemos de procurar es que todos los seres humanos tengan los mismos derechos. La capacidad de embarazo de la mujer no ha de darle derechos especiales más allá de la igualdad de oportunidades o estaremos dividiendo a la sociedad y poniendo barreras nuevas en lugar de las antiguas.

La Solución: Lamentablemente, este es un problema sin solución, como tantos otros. Nada podemos hacer para eliminar los accidentes laborales, o los accidentes de tráfico o tantas y tantas cosas. Solamente ponernos como objetivo común el reducir su incidencia. Es posible que sociablemente fuéramos más felices si en lugar de subvencionar el cine o las corridas de toros o las fiestas populares, dedicáramos medios abundantes para ayudar a nuestras hijas, parejas o esposas que están en una situación de embarazo indeseado. Sociablemente, el aborto es un suicidio de la especie. De nada valdrán las medidas para alterar el cambio climático, ni para reducir el consumo de combustibles fósiles, si al final no va a haber quién ponga la calefacción, ni quién se suba a la moto.

Las Medidas: Además de una compresión infinita a todas aquellas mujeres que han abortado hasta el día de hoy llevadas por la presión social, el agobio de las circunstancias o medias mentiras y otras promesas, una total incomprensión y rechazo a cualquier persona sin escrúpulos, que haya inducido, facilitado o realizado un aborto como producto de interés comercial, interés personal e incluso la simple comodidad. Y además:

- Reconocer socialmente, que el aborto es un homicidio desde el momento de la fecundación.
- Reconocer socialmente que han de ser consideradas atenuantes las condiciones de la madre, incluido el simple deseo de no llevar el embarazo a término.
- Propugnar una nueva ley del aborto que no despenalice el homicidio y que lo someta por tanto a revisión judicial.
- Eliminar los plazos de la ley y atender únicamente a condiciones médicas o psicológicas.
- Facilitar ayudas a las madres que sin desearlo, han de llevar a cabo el embarazo completo, para que puedan hacerlo dignamente y ceder a su hijo en adopción si lo desean al final del mismo.
- Establecer cualquier medida que impida que la muerte de inocentes de convierta en un negocio comercial y perseguir policialmente de forma activa este tipo de conductas.

Debemos ser tolerantes con las personas en circunstancias difíciles. Debemos ser implacables con los que violen la ley. Debemos cuidar de los inocentes, madres e hijos. Esto no se puede trivializar, es un problema muy serio que afecta a miles de personas cada año en España. No podemos caer en la intransigencia de demonizar y encarcelar a cada mujer que no quiera a su hijo, pero tampoco podemos asesinar a cada hijo que haya tenido la mala suerte de anidar en tal madre. Ni Herodes ni nosotros somos inocentes. El aborto no es un derecho.



viernes, 25 de septiembre de 2009

PRIVATIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS

Cuando se oye hablar de este asunto, se confunde a veces deliberadamente la eliminación de un servicio público, con el debate sobre si el suministro de ese mismo servicio ha de ser desde un organismo privado o un organismo estatal. En general, todos los políticos prefieren crear empresas estatales para suministrar servicios, ya que eso aumenta su influencia.


Nuestros impuestos, que pagamos con amplitud y generosidad al estado, nos dan derecho a una compensación en algunos aspectos muy importantes de nuestra vida, a la que no estamos dispuestos a renunciar. Pero una cosa es que el estado nos preste esos servicios y otra muy distinta es, como lo haga.

En primer lugar hemos de aclarar que el estado central, el autonómico o el local, deciden cada año la parte que se nos devolverá en forma de Servicios Públicos y cuanto se dedicará a cada apartado. Hemos de tener en cuenta que una parte del gasto del estado se dedica a devolución o amortización de deudas internas y externas, ayudas a terceros, etc. Pero el resto nos revierte en forma de servicio público. Podemos entender que el propio gobierno, la justicia o el ejército son servicios públicos que recibimos los ciudadanos.

Para dar estos servicios al ciudadano, los estados en general hacen distinción en cinco categorías:

- Servicios Dinerarios: Pensiones, Ayudas, Subvenciones, que recibimos en forma de cheque.
- Entidades Públicas: Cuya actividad básica es realizada por funcionarios.
- Personal Contratado: Por Entidades Públicas. No son Funcionarios.
- Empresas Públicas: Dirigidas por funcionarios, pero cuya actividad es realizada por personal contratado.
- Empresas Privadas: Donde toda su actividad es privada.

Empresas Privadas: Hoy día parece que admitimos que gran parte del gasto de los estados nos sea suministrado por empresas privadas aunque se elude su mención desde nuestra querida clase política. El mayor elemento del gasto público y por tanto de los servicios públicos en general es de infraestructuras públicas. La construcción de carreteras, puertos, aeropuertos, edificios públicos, universidades, parques, vías férreas, red eléctrica etc y todo su mantenimiento, construcción y manutención de material militar, policía, etc. sus actividades complementarias como la limpieza, seguridad, suministro de material auxiliar, alimentación etc. constituyen una gran parte del presupuesto del estado de cada año que es proporcionado por empresas privadas. Se contrata desde ayuntamientos, comunidades o gobierno central, pero se suministra desde empresas privadas.

Empresas Públicas: Otra cosa muy distinta es que es cierto, que toda esta actividad podría ser proporcionada por empresas públicas y hay quién defiende esta posición. El argumento de base es que las empresas públicas no tienen beneficio comercial y por tanto debieran ser menos costosas para el ciudadano. Por el contrario al actuar prácticamente en régimen de monopolio y no tener competencia su ineficiencia hace que sea irrelevante la consideración de los beneficios comerciales. Desde los primeros gobiernos de Felipe González, se comenzó el desmantelamiento de empresas públicas, lo que era entonces el Instituto Nacional de Industria, con muy buenos resultados. El gobierno central vendió a veces a buenos precios empresas navales, aeronáuticas, mineras, constructoras, eléctricas, de transporte etc… y a día de hoy solo quedan algunos restos que van a ser difícilmente privatizables, como la gestión de aeropuertos secundarios y algunas otras actividades.

La cruz de este proceso de privatización del sector público dependiente del estado central la tienen hoy en día las comunidades autónomas y los ayuntamientos, que han venido generando empresas públicas locales a un ritmo tres veces superior al de desmantelamiento central alcanzando en número más de 1800 empresas. Así a día de hoy las empresas públicas en España representan el triple en volumen económico de lo que había en 1982.

Personal Contratado: Existe gran cantidad de personal contratado por las entidades públicas que no son funcionarios. En la mente colectiva los asimilamos a una categoría menor de funcionarios porque al fin y al cabo trabajan directamente a las órdenes de entidades públicas y a cargo directo de funcionarios. En realidad tienen un estatus social muy particular porque están muy sindicalizados, cobran salarios muy bajos pero tienen convenios prácticamente blindados.

Entidades Públicas
: Son realmente empresas donde el carácter económico tiene un papel secundario porque sus objetivos más relevantes no están relacionados con esto. Pueden optar por realizar la totalidad de su actividad con Funcionarios, también llamados en el mundo anglosajón Servidores Públicos, o contratar una parte de ellas a personal contratado, a empresas públicas o a empresas privadas. La propia Presidencia del Ejecutivo es una Entidad Pública con sus funcionarios y su personal contratado, que además tiene contratadas a otras empresas privadas para cubrir aspectos como jardinería, limpieza y otros. Hasta donde alcancen las tareas que se encomiendan a funcionarios y las que se derivan a personal contratado, empresas públicas o a empresas privadas es algo que depende de las políticas de cada gobierno. Podrían y deberían ser una minoría de personas que contratan la mayoría de los servicios públicos que tienen bajo su área, sin embargo la realidad nos dice que tienden a crecer sin control por unas razones o por otras. En España, desde que comenzó el proceso de transferencia de competencias del estado central a las autonomías, el número de funcionarios se ha multiplicado prácticamente por cinco.

Servicios Dinerarios: Parte de los servicios públicos los recibimos directamente en dinero. Las pensiones de jubilación, la prestación por desempleo, por enfermedad, las ayudas a la invalidez total o parcial y una no demasiado extensa lista de prestaciones las recibimos en forma de cheque. Esta práctica debiera estar mucho más extendida.


Una vez revisada esta lista anterior, en lo que debemos pensar es en lo que es estrictamente necesario que esté gestionado por funcionarios. Parece evidente que las tareas más directamente relacionadas con el poder Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y sus derivadas más inmediatas como la Asuntos Exteriores, Hacienda Pública, la Policía y el Ejército pueden tener un grado relativamente alto de funcionarios en su nómina.

La razón para que una tarea sea realizada por un servidor público estaría relacionada únicamente a condiciones especiales de Especialización, Confidencialidad o Dedicación. A partir de estos, cada vez es menos evidente que existan muchas tareas que requieran el servicio de un funcionario.

Todos los servicios relacionados con la Industria, la Agricultura, la Pesca, la Alimentación, el Turismo, los Servicios Sociales, la Educación, la Sanidad, las Infraestructuras, la Economía, las Administraciones Públicas, la Ciencia y Tecnología, el Medio Ambiente y tantas otras actividades, podrían no estar ni siquiera encuadradas como servicios públicos, pero aunque lo estuvieran no debieran precisar para su correcta ejecución más que un porcentaje minúsculo de funcionarios para su gestión.

La fórmula por la que debiéramos decantarnos los ciudadanos como aquella más directamente controlable por nosotros es la de la recepción de los servicios públicos en forma de Servicios Dinerarios.
En algunas comunidades autónomas, han decidido prestar de este modo la mayoría de los servicios a que da derecho la Ley de Dependencia, dejando a los ciudadanos la elección del modo y tiempo en que aplican esa ayuda el gobierno local te asigna una cantidad económica y cada cual se busca la Residencia, el Centro de Día o el Asistente que necesita. En otros, como en la Comunidad de Madrid, cuando se solicita dicha ayuda, te responden con un Centro de Día, una Residencia y un Asistente Social además de una interminable lista de condiciones y limitaciones horarias. Del mismo modo podríamos recibir el Cheque Escolar, el Cheque Sanitario el Cheque Universitario.

Ese temor reverencial al que nos abocan nuestros políticos sobre la necesidad de recibir los servicios esenciales de un funcionario está totalmente injustificado, de lo contrario los aviones y los pilotos en los que depositamos nuestra vida muy a menudo serían fabricados, dirigidos y gestionados por funcionarios. Los coches se fabricarían en empresas exclusivamente estatales, no digamos de los fármacos, y un largo etc. Sin embargo no es así y han llegado hasta ahí solo por razones históricas o de conveniencia, nunca de lógica.

La privatización de los servicios públicos no es quitárselos a los funcionarios para dárselo a empresas privadas, sino que consiste en ponerlos en nuestras propias manos. No necesitamos políticos intermediarios que en el mejor de los casos nunca gestionarán nuestro interés tan bien como nosotros mismos y en el peor, se subirán los salarios a nuestra cuenta, o presos de algún tipo de corrupción, se abrirán suculentas cuentas corrientes también a nuestra cuenta.


SOCIALDEMOCRACIA TIRÁNICA

“Todos los poderes del gobierno, el legislativo, el ejecutivo y el judicial convergen en el cuerpo legislativo. La concentración de ellos en las mismas manos constituye precisamente la definición de gobierno despótico” James Madison “El Federalista”

Originada dentro del movimiento socialista como alternativa reformista a la revolucionaria toma del poder que propugna Lenin, para imponer la dictadura del proletariado, la Socialdemocracia llama al Estado o a organizaciones patrocinadas por el Estado, a impulsar políticas que hagan desaparecer las desigualdades causadas por el capitalismo y el mercado en general. Introduce como valor prioritario la Justicia Social, a la cual se subordinan pues, el resto de elementos.

Estas dos claves, Justicia Social y Estado Planificador se presentan junto a otros elementos que actúan como legitimadores de su existencia basados de nuevo en asignar el origen del poder al pueblo. Estos son el sufragio universal, y otras elegantes fórmulas de impulso de la democracia directa y participativa para compensar los defectos de la democracia representativa.

El relativo éxito obtenido por la socialdemocracia durante unos años en países del norte de Europa no justifica desde luego, la deriva tomada por sus vecinos y es más realista pensar que anteponer un fin difuso como la Justicia Social a cualquier otro argumento y elevar el Estado a la categoría de Todopoderoso, es todo lo que un político profesional pudiera desear.

La lógica de este entramado es diabólicamente magistral. La definición de la Justicia Social, de la lucha contra la pobreza y las desigualdades como fin último es tan indeterminada, que se requiere de un estado administrador de políticas que conduzcan a este fin. El individuo por si mismo es incapaz de desarrollar estas conductas pero aunque lo fuera, dado que el fin es tan lejano y utópico, nunca podríamos asegurar que se está haciendo todo lo posible, sin no le asignamos tan titánica tarea a un superorganismo como es el moderno concepto de Estado.

Así, a través del noble fin, llegamos a la necesidad imperiosa del Estado Administrador, al tiempo que hemos sustituido el Estado de Derecho, por el Estado de la Justicia Social, donde la observancia de la ley es solo un parámetro a tener en cuenta, siendo sin embargo imperativa la protección de los intereses de la comunidad que será en cada caso determinada por las autoridades. Hemos sustituido el clásico latino “nulla poena sine lege (no hay castigo sin ley)” por el principio estatista de “nullum crimen sine poena (ningún crimen sin castigo)”.

Si observamos atentamente, nada nos indica ni nos garantiza que el Estado sea eficiente en la lucha contra la pobreza, pero sin embargo sí que le hemos otorgado en este paso, la facultad de limitar nuestras libertades económicas o políticas con tal de que haga justicia. El Estado así nacido tendrá la facultad de intervenir en la propiedad de los ciudadanos todo lo que sea necesario al tiempo que podrá deprimir y reprimir cualquiera del resto de nuestros derechos.

Si alguien piensa que el estado no interviene en su propiedad, que mire con qué facilidad nos extraen el IRPF, el IVA o el Impuesto especial sobre Carburantes.

Libre para controlar e influir en los medios de comunicación, el estado social convierte al ciudadano en un ser despolitizado y no crítico, cuya única meta vital es recibir más y más de ese estado del que depende y sin el cual siente un vértigo aterrador. El Estado del Bienestar, estado paternalista y que tutela a sus miembros, aborrece al individuo libre e independiente y necesita urgentemente desplazar a la religión, porque él mismo se ha convertido en una creencia que es capaz de impartir la “Seguridad Total” a cambio de la devoción absoluta de sus devotos.

"Aquellos que pueden dejar la libertad esencial por obtener un poco de seguridad temporal, no merecen, ni libertad, ni seguridad". Eso decía al menos Benjamin Franklin.

La sociedad pierde vitalidad, pero a cambio se reducen los conflictos. El precio a pagar son enormes aparatos burocráticos y una ideología uniforme bajo el mando en régimen de monopolio de un poder centralizado.

Para mantener la idea de influencia de sus acólitos, la democracia social impulsa los procesos participativos. Nos suenan los Defensores del Pueblo, El Consejo Económico y Social, El Consejo de Estado, los procesos de consenso de Patronales y Sindicatos, los llamados Agentes Sociales y otras tantas instituciones o semi-instituciones que no son más que cortinas de humo, donde las personas simples no participan en absoluto, pero dan apariencia de procesos democráticos. De ahí que la Partitocracia, que es la fórmula en la que vivimos, a pesar de ser una forma aristocrática y oligárquica de gobierno conserva su buen nombre.

Europa entera ha sido ganada por la socialdemocracia y plagada de carísimas e inútiles instituciones como el Parlamento Europeo, sin competencia alguna de hecho, donde el nombre de la democracia solo sirve para alejar cada día más al simple ciudadano, de la facultad de desalojar a un solo político de su poltrona. Eso es, queramos o no vivir en una tiranía. Esto es más evidente en países como España, donde la separación de poderes es absolutamente inexistente, las listas cerradas un aliciente a la dictadura del líder del partido y al olvido de los votantes, donde desde Fernando VII a Primo de Rivera, pasando por Franco, los españoles hemos sido educados en la servidumbre y la genuflexión al estado. El trabajo ya estaba hecho.

Si no somos capaces de ver ese gobierno despótico bajo el manto consolador de la palabra “democracia” o nos consuela el hecho de no ser dirigidos por uno, sino por cientos de tiranos, la enfermedad puede ser grave.

Sin embargo la medicina es barata y simple. Basta con que miremos cada día con recelo a aquellos que nos administran y aprendamos a descubrir sus propios intereses bajo su bonito discurso sobre nuestro bien común.

DEMOCRACIA TIRÁNICA

“Así, cuando veo conceder el derecho y la facultad de hacerlo todo a un poder cualquiera, llámese pueblo o rey, democracia o aristocracia, ya se ejerza en una monarquía o en una república, digo: he aquí el germen de la tiranía; y procuro irme a vivir bajo otras leyes”. Alexis de Tocqueville

La democracia no es el “ungüento amarillo, que todo lo cura”, y ni siquiera puede utilizarse como argumento de legitimidad. Hay democracia para todo y para todos y a veces los políticos esconden bajo el manto de la democracia, las formas más sutiles de tiranía. Aquellos que nos quieren hacer creer que esto de la democracia va del poder del pueblo y de votos y de mayorías, son los que han encontrado la nueva profecía, que les permite llevárselo todo mientras que les miramos con simpatía.

La democracia en sentido clásico es una de las tres formas gobierno de una sociedad política, la Monarquía o el gobierno de uno, la Aristocracia o el gobierno de unos pocos y la Democracia o el gobierno de todos.
La Monarquía en el sentido de Autocracia es un sistema de gobierno absoluto, en el cual el origen del poder y por tanto de la ley es la voluntad de una sola persona. Cuando esta voluntad es divina, estaríamos en el caso de una Teocracia. No hablamos aquí de las modernas monarquías constitucionales del estilo europeo donde al rey no se le deja ningún poder de hecho.

Las Aristocracias son tan variadas como la inventiva humana para dominar al vecino. Son formas oligárquicas de gobierno donde el poder está en manos de unos pocos. Desde la Plutocracia, forma de gobierno en la que el poder está en manos de quienes poseen la riqueza, la Gerontocracia, de los más ancianos, la Meritocracia, de los más capaces, los Militarismos, de los militares y un largo etcétera, hasta algo que nos suena más cercano como la Partitocracia, donde el poder del estado reside en los partidos políticos.

Hoy en día tanto las monarquías absolutas, como las aristocracias son consideradas formas dictatoriales de gobierno y han caído en el descrédito, salvo la partitocracia que goza de buena salud gracias precisamente su fuente de poder. Basta que se asigne al pueblo el origen del poder, como para que todos los males queden redimidos.

Pero esta organización del estado llamada democracia tiene muchos componentes y cada uno de ellos se puede ver con diferentes matices. Hay Democracia Directa, donde los miembros de la comunidad deciden sobre temas particulares, Democracia Representativa, donde unos cuantos elegidos por la comunidad, adoptan las decisiones en nombre de los demás, Democracia Participativa, donde las organizaciones sociales tienen establecidos mecanismos para tener influencia en las decisiones políticas. En general esto hace que las democracias sean un complejo entramado de fórmulas que en apariencia van dirigidas al control del poder político por parte de la ciudadanía y de ahí su reputación.

Pero podemos comenzar a sospechar que algo no anda bien cuando analizamos las Democracias Populares como la de Cuba o de China, donde la teoría dice que al garantizar el estado la igualdad económica y social de sus miembros, los poderes económicos privados no pueden influir en las decisiones de sus ciudadanos, pasando por alto algunos detalles como la libertad de movimiento, de asentamiento, de asociación, de reunión, de prensa, los derechos humanos, las garantías procesales y algunos otros detalles más, que sus defensores deben considerar poco fundamentales frente a la gran fórmula del sufragio universal.

Nuestra inquietud aumenta al observar como desde regímenes democráticos regulares, pueden establecerse mecanismos de blindaje paulatinos que las hagan derivar hacia modelos absolutamente dictatoriales. Todo el mundo reconoce el caso de Adolf Hitler en la Alemania de 1934, y asistimos sin pestañear al mismo espectáculo repetido hoy en día en Venezuela, Nicaragua, Ecuador, y Bolivia.

Seguimos sospechando del término, cuando en Europa cada día nos alejamos más de lo que conocemos como Democracia Liberal o Constitucional, que es la surgida en 1776 en los EEUU de América y se extendió luego con sus variaciones a la mayor parte de monarquías y repúblicas europeas y americanas.

Esta forma más bien rudimentaria de democracia, inventada por unos campesinos que no querían (1) “cambiar un tirano a tres mil millas, por tres mil tiranos a una milla”, basaba en la simpleza de sus mecanismos, el hecho de que un vulgar ciudadano pudiera controlar a sus representantes políticos.

En efecto, los componentes fundamentales de este tipo de organización que son: El Derecho de Propiedad, La División de Poderes, La Constitución y La Libertad Individual Previa al Estado, esta última que configura los derechos de expresión, asociación, prensa, la pluralidad de partidos y el derecho de voto. Todos estos elementos están siendo diluidos o sustituidos en nombre de los más altos ideales, por otros que suenan igual, saben igual, huelen igual, pero son en los más de los casos, exactamente conceptos opuestos.

Esta ecuación tan simple, que por su naturaleza tiende al Estado Mínimo, surgida para luchar contra el absolutismo y trabada en las raíces del hombre occidental, está perdiendo fuerza de forma inexplicable en su área natural de influencia gracias a la devaluación progresiva del significado de sus conceptos clave y la sustitución por sinónimos extraídos del ideario revolucionario francés y más tarde hegeliano y marxista o comunista.

Lo que hoy día gana fuerza de forma constante en Europa mientras que esta se hunde cada día más como conjunto, en su realidad de potencia de tercer orden, frente al continente americano y la emergente zona asiática, es sin duda la Social Democracia.

La socialdemocracia ha logrado la aceptación general de esas fórmulas citadas antes que aparentan conceder el control del poder político a la ciudadanía. Cuando se miran no obstante, con algo de distancia la cuestión parecer ser absolutamente la opuesta, es decir, que se han convertido en un complejo entramado de fórmulas dirigidas a que la ciudadanía no tenga ninguna posibilidad de controlar el poder político y sin embargo los políticos puedan ejercer un control inmediato y totalitario sobre los individuos.

Bajo el manto tutelar y complaciente del vocablo democracia, no sabremos como llamar a esto, si democracia tiránica o tiranía democrática.

(1) De la película “El Patriota” dirigida por Roland Emmerich